16.3.07

¿GIGANTES O MOLINOS?


La energía eólica es responsable de la muerte de miles de aves todos los años

Crónica Verde de Cesar-Javier Palacios, publicada en 20Minutos.es

Un pastor de ovejas encontró el año pasado en María de Huerva (Zaragoza) la poderosa cabeza ensangrentada de un águila real.

Unos metros más allá localizó su cuerpo decapitado. Lentamente miró hacia el cielo, e involuntariamente volvió a quedarse hipnotizado con el susurrante movimiento de las aspas del cercano aerogenerador. «¡Ah!», exclamó lacónico. Silbó a su perro y continuó la marcha.

Miles de kilómetros más al norte, en las islas Smola (Noruega), ornitólogos ingleses concluyen su trabajo sobre el pigargo europeo, una gran águila pescadora. Y están desolados. De las 20 parejas del archipiélago sólo sobrevive una. Todas las crías nacidas en los últimos años y la mayoría de los adultos han acabado de igual manera: destrozados por ecológicos molinos de viento.

Nuevo salto al sur. Esta vez Navarra. Los ecologistas/quijotes de Gureluz dicen que esos bosques de estructuras metálicas colocados sobre las montañas son gigantes que matan animales con sus grandes brazos. 7.500 en un año. De ellos, 470 rapaces protegidas, la mayoría buitres, y no menos de 750 murciélagos.

Junto a reservas naturales. España es el tercer país del mundo con más campos eólicos. Reducen nuestra dependencia energética y ayudan a rebajar el calentamiento global de la tierra al producir una energía limpia y renovable, pero no son inofensivos. El problema es su localización, casi siempre junto a reservas naturales o en zonas de migración como Pirineos o Tarifa.

Busco en Internet. Dos institutos de investigación daneses aseguran que esas granjas de viento son inofensivas. Que las aves se acostumbran rápidamente a los rotores y desvían sus trayectorias de vuelo para evitarlos, aunque a algunas les cuesta un poco más.

Además, se pintan de gris para reducir el impacto paisajístico. «¡Ah!», exclamo lacónico. Pero no tengo perro al que silbar.

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