Adiós al paisaje,
Por Jesús Carrión Olarte. Arquitecto
Si usted se encuentra disfrutando de sus vacaciones en algún municipio de La Serranía, tal vez sea este su último verano. Su último verano disfrutando de sus paisajes me refiero.
.Porque tal vez usted no esté informado, pero recientemente se han aprobado los proyectos de parques eólicos de la Zona 8, en Andilla, Calles, Chelva, Higueruelas y La Yesa, con anterioridad los de la 7, en Aras de los Olmos, Alpuente y La Yesa, que ahora pasa a llamarse zona 7-fase I, y mientras usted lee esto, la nueva Fase II ampliación de la anterior, posiblemente se encuentre en periodo de supuesta exposición pública, con nuevos aerogeneradores afectando aún más al LIC "el sabinar de Alpuente"
Pero no se culpe, pese ser habitante o asiduo, de carecer información sobre las inminentes y profundas transformaciones en los paisajes que usted disfruta o de los que depende su futura economía. Porque información, salvo honrosas excepciones, ha habido la justa, y muy lejos desde luego de lo que debiera ser una correcta exposición pública.
En pocos meses (y si nadie pone remedio) La Serranía, y en realidad todas las tierras de interior de la Comunitat Valenciana, sufrirán su mayor y más drástica transformación. Transformación, o para ser más explícito, degradación de su paisaje y patrimonio.
¿Cree que exagero? Le sugiero que eche un vistazo a un mapa que recoja la ubicación de estos parques y contrástelo con aquellos lugares que aprecia o de los que haya oído hablar. ¿De cuántos de estos parajes cree que podrá disfrutar sin la repetitiva visión de aerogeneradores? ¿De cuántos que no se vean cruzados por un tendido de alta tensión?¿En cuántos podrá caminar con el silencio necesario para oír el canto de un pájaro, el susurro de un arroyo o las hojas movidas por el viento?¿En cuántos podrá seguir disfrutando del vuelo de una rapaz?
- Pero ¿hablamos de degradación o transformación del paisaje?¿No son acaso los actuales aerogeneradores equivalentes a aquellos molinos de Don Quijote? -
Pues no. No, por más que se empeñen sus promotores mostrándonos sus aerogeneradores con bonitas puestas de sol. Ni aquellos molinos miden cien metros, ni se construían en cumbres, ni necesitaban enormes pistas de acceso y desmontes, ni iban asociados a transformadores y tendidos de alto voltaje cruzando el paisaje. Así que ubicados como están ubicados, no le quepa duda: degradación.
-¿Pero no son los parques eólicos el paradigma de lo ecológico y de la sostenibilidad?-
¿De lo ecológico? Así, desde luego que no. Puede que la energía procedente del viento sea limpia, pero una instalación eólica no carece de afecciones. Si hay una expresión que resuma los impactos de un parque eólico, que recoja en un solo concepto su incompatibilidad con el paisaje natural, con la vida que alberga, con el disfrute de su tranquilidad, este es la industrialización del monte. De hecho un parque eólico es eso, una industria, y en un paisaje natural, aerogeneradores, pistas y tendidos eléctricos están sencillamente fuera de lugar. Así que un parque eólico, ubicado en montes que contienen una rica biodiversidad y un alto valor paisajístico, de ecológico tiene bastante poco.
¿Y de la sostenibilidad? Pues tampoco, al menos de la de los municipios de interior, que tienen en el paisaje y su riqueza natural su principal activo para su desarrollo.
Así que (y si nadie pone remedio, pronto) vaya diciendo adiós a los paisajes de La Serranía y en realidad a gran parte de nuestros ricos paisajes de interior de la Comunitat Valenciana. Porque el Plan Eólico Valenciano, tal vez usted no esté todavía al corriente, invade con sus aproximadamente 1.800 aerogeneradores, 15 Lugares de Interés Comunitario, 7 parajes propuestos como Zona de Especial Protección para Aves, zonas próximas a parques naturales, otros tantos considerados por aquel Plan Forestal como de alta calidad paisajística, y algún paraje propuesto a ser considerado Patrimonio de la Humanidad.
Y vayan diciendo adiós los habitantes del lugar a las posibilidades de un desarrollo sostenible. Con parques eólicos por doquier, sin paisaje, imposible.
O el Plan Eólico Valenciano, aquel plan que supuestamente debía servir para poner orden en la implantación de la energía eólica, es objeto de una profunda y urgente revisión, o en pocos meses (y si nadie pone urgentemente remedio) sufriremos una pérdida irreparable de buena parte de nuestro patrimonio colectivo. Y todo ello, con la excusa de lo ecológico y del dudoso desarrollo de los municipios de interior. Perversa ironía.
La Ceja, LIC del Sabinar de Alpuente, La Yesa, ahora.
